viernes, 12 de septiembre de 2014

#16: Dead Island & Mafia II



y tras un par de idas y vueltas me hice del Mafia II. Pero primero conseguí el Dead Island. Vi que lo ofrecían en un grupete de compra/venta a $250. "Pero mi límite son $200", y entonces lo conseguí a 200. Fue rápido, apenas estaba enterado de que lo quería. Aun así, en el fondo, también quería que alguien más ofreciera más plata para quitarme el compromiso de volver a estar otro mes sin un peso. Pero no importa. Al final arreglé para conseguirlo, todo muy clandestino (se notaba el nerviosismo de los pibes que lo tenían) y a partir de entonces partí vuelo a pie para buscar el Mafia 2.

Hablé con el muchacho que vendía el juegote. Tenía media poco más de media hora para llegar de un punto al otro para buscar el juego antes de que se fuera ¿Lo lograría? Me arriesgué y en vez de tomarme el tren, me fuí a pie hasta ahí. Era una estación de distancia, entre Morón y Castelar*.

Y de esta manera fue que se comprobó si es el ser humano o el la locomotora la máquina de locomoción más rápida (ganó la locomotora).

Me dio ternura ver al pibe que vendía el juegote con un bebé en brazos. "Ultimamente le estoy comprando juegos a muchos pibes que ahora son papás, es como si estuviesen quemando una etapa". Así que no pude agarrar y decirle "che, por ese otro juego que tenés a $200 te ofrezco $150". Bueno, sí, lo hice, pero ese no es el punto. El punto es que debe ser precioso ser padre, pero también duro por todas las cosas a las que algunos han de renunciar para etcétera.

En fin, habiendo resuelto el asunto, agarré y me tomé el trencito devuelta hasta la estación de Morón. Ahí tiré los dos juegotes a la basura para la foto y me tomé el colectivo hasta casita, donde fuí al supermercado a comprar un kilo de pechuga trozada para preparar milanesas de pollo y tener todo primorosamente listo para cuando volviese la abuela del laburo. Pero esa, esa es otra historia.

*Esos son lugares arbitrarios que no importan

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